La retroalimentación es una herramienta fundamental para el crecimiento y desarrollo de cualquier equipo, pero también es una de las más subestimadas y mal ejecutadas. Si alguna vez diste feedback a un miembro de tu equipo y sentiste que no tuvo el efecto esperado, o si evitas dar retroalimentación por miedo a generar conflicto, no estás solo. El problema no está en la práctica del feedback en sí, sino en cómo se hace.

Una retroalimentación mal dada puede desmotivar, generar resentimiento y, en lugar de ayudar al crecimiento, puede detener el progreso de un equipo. Para que la retroalimentación sea realmente efectiva, tiene que estar basada en el respeto, la claridad y, sobre todo, en la intención de mejorar. Según un estudio de Gallup, los empleados que reciben retroalimentación regular y constructiva son 3.6 veces más propensos a sentirse motivados para hacer su mejor trabajo, lo que demuestra la importancia de esta herramienta.

El primer paso para dar un feedback efectivo es tener una intención clara . Antes de dar retroalimentación, preguntate: ¿Qué quiero lograr con este comentario? Si la intención no es ayudar al otro a mejorar, sino señalar errores por frustración o enojo, entonces es mejor no dar el feedback en ese momento. El feedback efectivo siempre debe tener como objetivo construir, no destruir.

Otro punto clave es ser específico . Decir cosas como «hiciste un buen trabajo» o «necesitás mejorar» no ayuda mucho a la otra persona a entender qué es lo que está haciendo bien o mal. En lugar de eso, tratá de enfocarte en concreto: «Me gustó cómo organizaste la presentación de ayer acciones porque resaltaste los puntos clave de manera clara y concisa» o «En la última reunión, noté que te faltó preparar los datos; es importante que lo hagas para que podamos tomar decisiones con información precisa».

Además, el timing es fundamental. No esperes semanas o meses para dar feedback sobre algo que ocurrió. Cuanto más rápido sea la retroalimentación, más fácil será para la otra persona conectar tus comentarios con su comportamiento y realizar los cambios necesarios. En las PyMEs, donde los equipos son más pequeños y la cercanía entre los miembros es mayor, la retroalimentación constante y en tiempo real puede marcar una gran diferencia en el rendimiento del equipo.

Finalmente, registrá que el feedback no tiene que ser siempre negativo. Muchas veces, solo nos enfocamos en lo que está mal, pero el feedback positivo es igual de importante. Reforzá lo que tu equipo está haciendo bien para que sigan repitiendo esos comportamientos. Un estudio de Harvard Business Review muestra que las empresas que adoptan una cultura de retroalimentación positiva ven un incremento significativo en la productividad y satisfacción laboral .

Si quieres mejorar el rendimiento de tu equipo, comenzá a implementar una cultura de retroalimentación constante y constructiva. No solo ayudarás a que cada miembro se desarrolle, sino que también fortalecerás las relaciones y el compromiso dentro de tu empresa.