La toma de decisiones es una de las responsabilidades más importantes de cualquier líder, pero también puede ser una de las más desgastantes. En un día típico, es probable que tengas que tomar decenas de decisiones, desde las más simples, como asignar tareas, hasta las más complejas, como definir la dirección estratégica de la empresa. Si sientes que la toma de decisiones te genera estrés, incertidumbre o fatiga, la neurociencia puede ofrecerte algunas respuestas y herramientas para mejorar este proceso.
Nuestro cerebro, cuando está sometido a presión, tiende a entrar en un estado de «lucha o huida». Este es un mecanismo de defensa que desarrollamos a lo largo de la evolución para protegernos del peligro. Si bien es útil en situaciones de vida o muerte, no lo es tanto cuando lo que necesitamos es tomar decisiones racionales y estratégicas en un entorno laboral. Cuando el cerebro entra en este estado, nuestra capacidad para analizar opciones, pensar a largo plazo y considerar todas las variables se ve comprometida. Esto es lo que comúnmente llamamos «bloqueo» o «parálisis por análisis».
La buena noticia es que podemos entrenar a nuestro cerebro para salir de este modo y mejorar nuestra capacidad de tomar decisiones bajo presión. Una técnica clave es la «visualización mental». Antes de enfrentarte a una decisión importante, cerrá los ojos e imaginá cómo sería el escenario si tomaras una opción versus otra. Visualizá con detalle las posibles consecuencias y resultados. Este ejercicio activa áreas de tu cerebro relacionadas con la creatividad y la resolución de problemas, lo que te permite ver opciones que tal vez no habías considerado antes.
Otra técnica que puede ayudarte es el «descanso estratégico». Aunque suene contradictorio, a veces la mejor manera de tomar una decisión rápida es no tomarla inmediatamente. Cuando te enfrentes a una decisión importante, es recomendable hacer una pausa, alejarte del problema por unos minutos y volver con la mente más despejada. Este pequeño descanso permite que tu cerebro procese la información de manera subconsciente, lo que muchas veces lleva a una mejor decisión que si intentás resolver todo en el momento.
Finalmente, usamos la regla del 70%. En lugar de buscar la perfección en cada decisión, entrená tu mente para actuar cuando tengas el 70% de la información necesaria. Muchas veces, esperar hasta tener el 100% de los datos o la certeza absoluta solo te lleva a la procrastinación y la pérdida de oportunidades. Tomá decisiones rápidas basadas en la mejor información que tengas en el momento, y ajustá sobre la marcha si es necesario. Este enfoque te ayudará a moverte más ágilmente en un entorno empresarial donde el tiempo es un recurso escaso.
Aplicando estas técnicas basadas en la neurociencia, vas a notar cómo tus decisiones se vuelven más rápidas y acertadas. Recordá que liderar es tomar decisiones constantemente, y cuanto mejor estés preparado para hacerlo, más efectivo será tu liderazgo.